18 ene 2010

Agravatntes de la carencia de Educacion Musical en la Repulica Dominicana

Desde sus inicios, la música ha sido una de las muestras culturales mas conocidas y representativas que utilizamos los seres humanos desde nuestra creación, como forma de expresión, medio para rituales religiosos, cortejos entre parejas, ect. Con el paso de los años ésta ha ido evolucionando, escalando peldaños, incursionando en nuevos ritmos, instrumentos, voces, pero últimamente más que cualquier otro aspecto, la música ha sido objeto de mezclas que dan lugar a la unión de culturas y sociedades.




En nuestro país no poseemos los medios necesarios para condicionar las escuelas de música con verdaderos profesionales y artistas, lo que ha dado lugar a la educación empírica de estos conocimientos artísticos y a la adopción de nuestros comunicadores de televisión para los proyectos musicales y de teatro. Las consecuencias de esta tendencia es por decirlo así catastrófica, pues lamentablemente los ya mencionados más que “por amor al arte”, hacen estos trabajos por adquirir fama e incrementar su patrimonio pecuniario, lo que crea una mala costumbre y una deficiencia en los proyectos artísticos en nuestro país.

La música, tiene su escuela, y además del talento, están los conocimientos y las disciplinas a seguir. Un talento, no puede llegar a ser un artista sin la limpieza estética exquisita que le dan las teorías de los conocimientos académicos.

Los artistas desde siempre se han colocado como “ídolos” o “modelos a seguir” por parte de la sociedad. Lo lamentable es que estos “pilares” la mayoría de las veces no son los más aptos o capacitados para hacer una buena representación, pues desconocen las reglas básicas de esta disciplina, que es la música en sí, debido a la precariedad de escuelas de música realmente capacitadas para formar profesionales en el ámbito, pues, a la vez de los “talentos”, los maestros son también parte de la etapa “ignorante” de la materia artística, pues tampoco conocen las pautas ni los conocimientos para formar verdaderos y respetados artistas. La Lic. Paola González decidió colaborar con mi investigación y aportar lo siguiente, corroborando la tesis:: ‘‘como aquí nunca ha habido muchas escuelas ni centros de estudio de música los pocos interesados se ven forzados a buscar su formación en el exterior, pero como todos hemos de saber, no todos estamos capacitados para pagar escuelas como Berkeley y los que estudian aquí tienen una base muy mediocre, porque los profesores que éstos tuvieron fueron así mismo y no se molestaron en seguir buscando información o en actualizarse y eso crea un estancamiento enorme en el ámbito musical. Y ahora hay personas que porque saben las notas musicales quieren dar música para así tener un ingreso y nos hacen un daño terrible a los que hemos estudiado música y los que la quieren estudiar’’.

Como exprese anteriormente, los artistas siempre han sido considerados como “pilares”, ahora sin merecerlo, pues debido a su “mala e interesada educación artística” dan paso a que las demás generaciones en la materia continúen con las mismas precariedades y deficiencias. Es lamentable decir, que en nuestro mundo musical, más que artistas, están “los vivos” que no tienen ninguna vergüenza de montar todo un proyecto con personas que realmente no poseen talento ni preparación, desplazando a los que realmente lo están, debido a que seguramente, no tienen una buena posición económica, que le traiga remuneraciones.

A pesar de los pesares, no podemos negar que tanto los de arriba, dígase los que están el medio, como los de abajo, hay muchos con verdadero talento y profesionalismo bien representado, el inconveniente viene a surgir a partir de que “los de abajo”, que en su mayoría son los que poseen el verdadero talento, no tienen los medios necesarios que le permitan abrir las puertas hacia el escenario, y queden devastados, detrás del telón, sin recibir de los espectadores o el publico el apoyo que realmente merecen, mientras que a “los de arriba” que en su mayoría desposeen las prerrogativas del talento, se les apoye por una condición interesada.

Duele decir que en nuestra bella Quisqueya además de la educación musical, que envuelve a maestros y escuelas, falte a consecuencia de esto, una educación al público que presencia y escucha, que es el que critica, es aquel fiel feligrés que nunca los abandona con sus calurosos aplausos, con sus silbidos y sonrisas de alegría de sentirse representado ante un escenario o bajo el nombre y letras de una canción, por medio de un artista. Ese público que es a quien le debemos nuestro éxito, y es quien da la fuerza de continuar trabajando, ese público que en verdad se merece lo mejor, y no un vago y funesto trabajo, por salir del paso.

Republica Dominicana es un país, que se llena de orgullo cuando claman su nombre, pero para nada, es un orgullo ni debe de formar parte de nuestras alegrías, saber que nuestro mundo musical no está bien representado, a sabiendas de que la música es algo que tanto disfrutamos como parte llana de nuestra cultura y tradiciones. El mayor ejemplo, es el de nuestro merengue, nuestro hermoso merengue, que se ha ido degradando, más bien, lo han ido degradando, y pensar que es nuestra máxima expresión musical apreciada en todo el mundo y enaltecida por grandes exponentes, como Juan Luis Guerra o Milly Quezada, y que en estos momentos, nuestros pobladores no aprecien de manera especial este trabajo, y que le den cabida a “las charlatanerías” de un grupo, disque por identificar a la popularidad y a las masas, donde se expresan morbosidades y malos hábitos. Da pena y vergüenza que en nuestro país sea tampoco identificado y también hagan un enorme espacio, a los extranjerismos musicales, desplazando a nuestros talentos criollos verdaderos, disque por moda. Parte de la carencia de verdadero talento, es que en nuestra sociedad dominicana, más que innovar se han concentrado en imitar a otros países.

La tecnología nos ha traicionado en el aspecto musical, lo crea todo, no hace falta una linda voz, dulce ni sutil para cantar, pues de un estrepitoso chirrido se pasa a una mágica e hipnotizante voz, con tan solo presionar un botón, ese mismo botón es quien capta y atrapa de una manera increíble al público, que colocará como un gran ídolo, y quien lo llevará a representarnos a los escenarios Internacionales donde será descubierto como un “Gran Farsante”, y eso que, seguramente que tenía carisma y era muy atractivo, sin embargo, lo que se obtuvo no fue el mejor de los resultados.

En la actualidad el ser artista está condicionado a las relaciones y a la posición económica en la que “el talento” se encuentre, otro aspecto a mencionar son los dotes estéticos de el ya mencionado, lo cual es lamentable, pues de alguna forma u otra el artista se debe a su público y el hecho de que este público presencie una mala representación, es injusto y hasta penoso. Lo que hace el artista es pasión, es su vida, una expresión del espíritu no simplemente un contrato pecuniario e interesado por partes, va mucho más allá, tiene un valor meramente sentimental, lo cual no se ve en nuestro país, pues quienes suben no siempre son los más talentosos, sino los mejores posicionados.

Como conocemos, parte de las deficiencias del desarrollo de nuestro país es sin dudas en el ámbito educativo y dentro de ese órgano, se desprende el tema en cuestión de esta investigación: la educación musical en Republica Dominicana.

Atendiendo a las informaciones expresadas en este trabajo, quisiera concluir de una manera reflexiva, y que esto, sirva al lector, a manera de concientización:

La educación de las artes en general, debe ser una prioridad en la agenda de inversiones de nuestro gobierno. Las artes constituyen una parte esencial del ser humano, son una creación y expresión del espíritu, la música, ya mas especifico, es un arte, pero también es una disciplina que moldea la actitud del ser humano, que educa, más que en teoría, lo sensibiliza a nivel familiar, social, económico y hasta profesional. Debe ser preocupación para todos y todas en general, incluyendo nuestro gobierno, el hecho de que en nuestro país se instalen buenas escuelas musicales o mejorar las ya existentes de una manera que sirvan de abasto para la sed de Cultura que tiene nuestro país, y de ellas salgan buenos profesionales artísticos que nos deleiten con su talento bien formado y pulido como los que presenciamos merecemos, con buenos y preparados docentes, eruditos en la materia, que tanto sean agraciados con los aplausos, los estudiantes en via de profesionales, como sus maestros.

Parte de la inversión en las escuelas de artes, debe ser también, inversión para el pueblo, que es a quien se le brinda ese trabajo, para que sepan apreciar de manera crítica y conocedora el desempeño de los artistas, que no dependen sino de ellos. Que el pueblo no se conforme con cualquier cosa, que no le den cabida a fanfarrones, y que de verdad se escuche lo bueno, lo sano y lo profesional.

Que se les dé la oportunidad a los que ahí perseverantes esperan un espacio para demostrar su trabajo, que a los maestros existentes, y a los “artistas en potencia” que se les promuevan estudios y reales conocimientos, ya sea en otros países, y que traigan esos conocimientos aquí formándose así un orgullo de escuelas y centros de enseñanza musicales y que a partir de ahí, iniciemos una viaje hacia el infinito del desbordamiento artístico pudiendo escalar los peldaños y posicionándonos como grandes exponentes musicales y artísticos, no solo con talento innato, sino, pulidos y perfilados como preparados profesionales en la materia.

By: Laura Guzmán








15 ene 2010

Bajo los Escombros

Bajo el sol, en un lugar del Caribe, en un país harto de luchar y donde las necesidades aun no podemos contar, donde se suponía que no podía pasar algo peor, es hoy victima de la furia desatada por la naturaleza hacia los hombres un día incorrecto, a la hora incorrecta, en el país incorrecto.


Lamento a duras penas el día en que nuestro país hermano inició este agobiante y alarmante proceso que hoy lo estanca más aun en la precariedad. Yo, desde un punto de vista, digamos muy alejado de lo que realmente ellos han sufrido, superficialmente, puedo imaginarme la situación: el momento en el que estas vibraciones catastróficas, estas pulsaciones desde el corazón de nuestra Madre Naturaleza, azotaban y destruían todo a su paso en tan solo segundos lo que tomó años por edificar. Imagino que esos segundos fueron destrozando y destruyendo además de la infraestructura del país, los corazones ya desde antes desesperanzados, tristes y abatidos de los haitianos, que ahora les tocaría asumir y aceptar una nueva realidad: si ellos eran dueños de poco, ahora eran dueños de la nada, ni siquiera cabía la idea de pensar en que: cuento con mi hermano, o mi esposa, pues ellos también fueron derrumbados.

Entre lagrimas, desesperaciones, gritos ensordecedores, masas de polvo y tierra, silencios incómodos y destructores tal como aquel temblor, estaba el interior de estos seres humanos de color al alzar la mirada y presenciar que ahora los arropaban los escombros, que al pasearse por las calles de lo que algún día fue su pueblo, su pueblo que aunque con deficiencias en todos los sentidos, era su hogar, su hogar donde convivían y se tenían los unos con los otros: amigos, vecinos, hermanos, compatriotas, compatriotas que hoy son parte del patrimonio de su país.

Se me eriza la piel, al pensar, pero sé muy bien, que en realidad, no estoy ni cerca de conocer como realmente ellos se sienten. Asumo que debe ser devastador que en la lucha y en la desesperación de buscar quienes han podido sobrevivir o quienes aun pueden estar bajo las ruinas, todos han decidido cooperar, entre las rocas y el polvo, no encuentres más que vidas que ya sólo son cuerpos, que es tu hermano quien está ahí ya sin aliento atrapado entre las paredes que algún día le sirvieron de hogar.

A raíz de esta tragedia que nos afecta de modo sentimental y emocional, porque ante cualquier otra cosa, la vida es mucho más importante, se nos permite a los demás que presenciamos, la oportunidad de doblegarnos ante el dolor, de ser solidarios, de apreciar la vida, de dejar atrás las xenofobias sin sentido y basadas en hechos meramente tradicionales y estúpidos, y a darle cabida si es que no la poseíamos, a cultivar la fé.