15 ene 2010

Bajo los Escombros

Bajo el sol, en un lugar del Caribe, en un país harto de luchar y donde las necesidades aun no podemos contar, donde se suponía que no podía pasar algo peor, es hoy victima de la furia desatada por la naturaleza hacia los hombres un día incorrecto, a la hora incorrecta, en el país incorrecto.


Lamento a duras penas el día en que nuestro país hermano inició este agobiante y alarmante proceso que hoy lo estanca más aun en la precariedad. Yo, desde un punto de vista, digamos muy alejado de lo que realmente ellos han sufrido, superficialmente, puedo imaginarme la situación: el momento en el que estas vibraciones catastróficas, estas pulsaciones desde el corazón de nuestra Madre Naturaleza, azotaban y destruían todo a su paso en tan solo segundos lo que tomó años por edificar. Imagino que esos segundos fueron destrozando y destruyendo además de la infraestructura del país, los corazones ya desde antes desesperanzados, tristes y abatidos de los haitianos, que ahora les tocaría asumir y aceptar una nueva realidad: si ellos eran dueños de poco, ahora eran dueños de la nada, ni siquiera cabía la idea de pensar en que: cuento con mi hermano, o mi esposa, pues ellos también fueron derrumbados.

Entre lagrimas, desesperaciones, gritos ensordecedores, masas de polvo y tierra, silencios incómodos y destructores tal como aquel temblor, estaba el interior de estos seres humanos de color al alzar la mirada y presenciar que ahora los arropaban los escombros, que al pasearse por las calles de lo que algún día fue su pueblo, su pueblo que aunque con deficiencias en todos los sentidos, era su hogar, su hogar donde convivían y se tenían los unos con los otros: amigos, vecinos, hermanos, compatriotas, compatriotas que hoy son parte del patrimonio de su país.

Se me eriza la piel, al pensar, pero sé muy bien, que en realidad, no estoy ni cerca de conocer como realmente ellos se sienten. Asumo que debe ser devastador que en la lucha y en la desesperación de buscar quienes han podido sobrevivir o quienes aun pueden estar bajo las ruinas, todos han decidido cooperar, entre las rocas y el polvo, no encuentres más que vidas que ya sólo son cuerpos, que es tu hermano quien está ahí ya sin aliento atrapado entre las paredes que algún día le sirvieron de hogar.

A raíz de esta tragedia que nos afecta de modo sentimental y emocional, porque ante cualquier otra cosa, la vida es mucho más importante, se nos permite a los demás que presenciamos, la oportunidad de doblegarnos ante el dolor, de ser solidarios, de apreciar la vida, de dejar atrás las xenofobias sin sentido y basadas en hechos meramente tradicionales y estúpidos, y a darle cabida si es que no la poseíamos, a cultivar la fé.

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