18 may 2010

Desde el punto de vista de la Fe


“La fé es lo último que se pierde” es la frase más común escuchada por nuestros oídos en nuestro diario vivir. Nuestros padres, profesores, tutores, guías, sin importar su religión o creencia tratan constantemente de hacernos saber que pase lo que pase, ante las adversidades que nos presenta la vida, el valor que debemos tener siempre presente es el de la fé.  La palabra fé, que etimológicamente hablando significa “confiar”, es sin duda la virtud más noble, sincera y divina que puede tener un ser humano.

La fé nos sirve de respaldo ante las vicisitudes de todos los días, es increíble y sumamente extraordinario como de la nada, del vacío, la fé nos llena de valor, de seguridad tan solo con pronunciar su nombre y creer en lo que profesa.  Como un regalo de nuestro Dios, se nos fue otorgada ésta virtud para que no nos sintiéramos solos, pues, ¿de quién más si no es de Dios que proviene la fé? Lo que la mayoría de las personas no sabe es que éste Don y el efecto que tiene no es más que esperar la voluntad de nuestro Señor Jesús, es tener la esperanza de que Él interceda en nuestra vida y dé el cambio o nos proporcione lo que anhelamos. 

La convicción, el esfuerzo y la esperanza son hermanos de la  fé: ante todo debemos estar seguros de lo que queremos, tener una meta fija, un sueño trazado; luego, hacer todo lo posible por lograrlo, trabajar duro, poner todo nuestro empeño en eso que deseamos lograr; al final nos resta esperar y ahí es donde la fé entra, es esa incertidumbre basada en la seguridad puesta en las manos de Jesús.
Su casa es el corazón, pero su origen es el alma, al igual que todos los demás dones y virtudes. Fielmente pienso que es la base de todos los valores, pues representa el punto de partida de nuestros anhelos, de los sueños y las metas que nos proponemos. Con la “fé” de que seriamos Sus hijos y de que  Lo amaríamos, Dios nos crea a su imagen y semejanza, otorgándonos luego esa misma virtud en forma de Espíritu Santo con el propósito de que esperemos en Él.

La fé se siente, no se piensa; la espera puede ser larga pero no infinita. Por su condición divina, no prescribe, no nos abandona a menos que pretendamos echarla, negarnos ante su existencia y funciones es residir en el fracaso, es tonto y hasta vano porque es inherente al ser humano. Es una opción vivir con ella, mas sólo nos basta con convocarla para que reine nuestra vida por completo.

Dios nos pone en el camino las herramientas necesarias para que tengamos éxito en nuestra vida, es opción de nosotros utilizarlas o no, tal es el caso de la tan mencionada fé.
A modo de concluir con este escrito quisiera dejar en el corazón de quien lea esto el siguiente versículo: “Encomienda tus obras al Señor y tus proyectos serán cumplidos…la mente del hombre traza su camino, pero el Señor dirige sus pasos” [[1]].



[1] (Proverbio 16, 3-9), Santa Biblia.

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