Mientras el “jefe” Rafael L. Trujillo hacía y deshacía en nuestro país, y concedía el voto a las mujeres, Andy Dufrense, importante vicepresidente de un banco americano, fue llevado a la cárcel de Shawshank en 1947 por ser considerado culpable por el asesinato de su esposa y su amante por un tribunal de los Estados Unidos, condenado a dos cadenas perpetuas, cada una correspondiente a “sus víctimas”.
Andy era un hombre educado, con una formación académica impecable, lo que era correspondiente al cargo que ocupaba en la sociedad laboral. Le encantaba la geología, y quien diría que el gusto inocente de volver a retomar una pasión olvidada por las complicaciones de todos los días sería quien lo llevaría devuelto a la libertad de la que nunca debió ser privado. Fue siempre un hombre callado, pero educado y esto, entre otras cualidades lo llevaron a hacer amigos dentro de la correccional siendo Red, el mejor de todos.
La verdad es que Andy era realmente inocente, pero los caracteres que conformaban una infracción dolosa estaban presentes, aunque realmente uno estaba incompleto. Están por un lado los aspectos objetivos conformados por: el sujeto activo, que en este caso es Andy, la acción, que entonces se encuentra incompleta, pues, a pesar de que Andy se encontraba en la propiedad, con la pistola y todos sus rastros estaban en la escena, estaba además borracho(lo cual, no lo exime de culpa, y su testimonio es poco creíble al desconocerse el grado de embriaguez que tenía al momento de ejecutar el acto), pero él jamás ejecutó dicha acción, no los mató, y por último existía un resultado o daño, que eran los dos muertos, su esposa y el amante. Por otro lado, pero en la misma vía, estaban los aspectos subjetivos: sí existía una intención, obviamente había una voluntad y la preparación en su cabeza, que corresponde al estado volitivo. Lamentable para este exitoso banquero existían esas atenuantes que lo ponían en la mira de la justicia, pues aparentemente no había forma de demostrar su inocencia. Se encontraba en el lugar incorrecto, a la hora incorrecta, con las intenciones incorrectas, y no bien se encuentra en un profundo error, cuando “mancha” la escena del crimen con sus rastros, que luego fueron utilizados por el verdadero criminal para quedar limpio.
Por esta razón nunca se institucionalizó, nunca se acostumbró a estar atado donde sus sueños jamás cobrarían el valor de hacerse realidad. Los 20 años que pasó encerrado, por más abominable que se escuche, no fueron en vano. Realizó un excelente trabajo en su estadía: transformó la biblioteca, hacía las labores de auditor y economista para el Alcaide, los policías y los mismos reos, era buen amigo... Lo que nadie imaginó es que si bien tenía buenas intenciones de ayudar, desde que descubrió que podía realizar un escape de la penitenciaria a través de la pared de su celda (que cubría con un poster de la “dama del momento”), cuando tallaba su nombre en ella con su martillo que utilizaba para hacer figuras de piedra como demostración de su afición por la geología, había ideado todo un plan de huida.
Tomó la justicia en sus manos, al ver que no podía ser llevado a libertad por las buenas vías, no se venció, la esperanza era su mayor aliada y armó todo un montaje para lograr su cometido. Es cierto, que no sucedieron por las mejores vías, pero yo hubiese hecho lo mismo, y es que existía una gran corrupción en cárcel, por parte del Alcaide y de los policías. Me imagino que como gran intelectual que era Andy decidió tomar “el fin justifica los medios” de Maquiavelo como su himno nacional. Escapó de la cárcel y robó todo el dinero del Alcaide, y no bien hace esto, cuando denuncia esa corrupción existente por medio de una carta, incluido medios de pruebas.
La justicia le había fallado en principio, no había manera de sacarlo de allí, que no fuera escapando o que sucediera un milagro, pero 20 años fueron suficientes para Andy, quien dejó de creer en la justicia, más nunca dejó de creer en sí mismo, nunca perdió las esperanzas y se aferró a su verdadera inocencia, que sólo Dios y el estaban completamente seguros de ella.
Y es en este punto donde está la belleza de esta película, más el valor de la amistad entre las personas. Con esta película he podido reflexionar que “no hay peor ser humano que el que pretende no serlo”. Somos seres humanos, nos equivocamos todo el tiempo, ni Andy ni Red eran una excepción a esta regla. Ambos cometieron grandes errores, y pienso que aprendieron de ellos. Bajo su castigo, encontraron una amistad que se expandía detrás de las rejas, y considero que este es un valor muy importante.
Me encantó la película y el matiz que se le dio. No se trata de tomar las vías incorrectas para lograr nuestro cometido, se trata de aferrarnos a nuestros sueños, de no perder ni la esperanza ni la fé, de permanecer como luchadores ante la circunstancias de la vida, de tratar lo más posible de pensar en las consecuencias que tendrán nuestras acciones y de nunca vencerse. Nada es imposible, todo se puede lograr con empeño y esfuerzo. Se trata, de contar con personas que realmente valgan la pena, de estar rodeado de esos seres que queremos y que valoramos y que siempre, siempre nos apoyarán estando de nuestro lado, no tan solo para complacernos sino también para aconsejarnos y abrirnos los ojos ante la ceguera que a veces nos domina.
“Es una decisión de vivir o morir”( Andy Dufrense, 1967).