En homenaje a la canción “Todo cambia” de Mercedes Sosa
Somos víctimas del tiempo, rehenes de la gravedad, todo cambia, nada es estático, no eres la misma persona que fuiste ayer, ni serás la misma persona después de mañana.
Abandona el mayor sus canas de experiencia, para dormir eternamente en las tierras en las que con los años se convirtieron en su Patria. Abandona el niño sus juguetes de inocencia para insertarse en una sociedad e ideologías de revolución. Cambia el estudiante su mochila, su uniforme y cuadernos colegiales, por sus nuevas cátedras y, estas a la vez, son cambiadas por los nuevos portafolios ahora, de un exitoso empresario.
Cambia aquel esposo a su gorda y amargada esposa, por su fiel y sexy amante una noche de locuras, cambia el sol por la luna en la transición noche-día, cambian los mares y los ríos a veces de secos, a fluidos por las grandes masas de lluvia, otros más bien, a caminos vecinales por la deforestación y el abuso. Cambia la atmósfera, de ser una capa protectora a un simple mosquitero, cambia el pobre su suerte al ver que su billete pegó en el primer premio, así mismo, cambia la suerte del rico que por las trampas y las mentiras hoy lo ha perdido todo. Cambia mi modo de ver las cosas, cambia lo que sentía por ti, cambian mis deseos de justicia que anhelan un mejor país.
Cambian los gobiernos cada 4 años, pero lo que nunca vemos es el cambio en las políticas y su forma de trabajo, ahora en estamos en la moda del cambio de valores, de cambiar los principios por intereses, es verdad que todo cambia, es cierto que nada es estático, pero la ética y la moral no deben ser cambiados.
Cambia el fuerte deseo de venganza, por el rezago del cuerpo agotado hacia el perdón, cambiaron las ganas, cambio el dolor, cambió la casa donde vivo, cambió mi televisor, pasan los días, llegan las horas, cambian las estaciones del año, pasamos de un frío desolado a esa primavera llena de amor. Cambia el respeto del hijo al padre porque no se le permite fumar, cambia el padre su mirada hacia el hijo llena de dolor, trascurre el tiempo, sigue el cambio.
Cambia el árbol sembrado, de una joven planta a un fuerte y solido tronco lleno de ramificaciones por el cuidado del sembrador, así mismo crece el amor. Cambio las páginas de mi libro al concluir con la hoja anterior, cambio la mina de mi portaminas al finalizar esta oración. Me cambio la ropa de todo el día de arduo y estresante trabajo al llegar a mi casa, por la dulce comodidad de sentirme en familia. Cambian los poemas llenos de amor de aquel romántico apasionado por las tristes elegías de sus amores frustrados, cambia su musa aquel poeta sentado en el tejado a la luz inspiradora del bello atardecer, cambian las olas su destino al ver anochecer. Cambian las huellas que dejo al caminar en la playa por el simple “sin rastro” cuando me volteo a ver. Cambia, sí, todo cambia…
Lo que no cambia son los gritos tricolores pronunciados en mis palabras al defender a mi Patria, lo que no cambian son los deseos por un mejor país ni las intenciones que tengo de influir para que entonces sí se produzca un cambio. No cambia el estallido de mi corazón al ver enarbolarse aquella bandera por la que muchos murieron, ni cambia la sensación de que se me eriza la piel al entonar el himno, Mi Himno, Nuestro Himno portavoz de la frase: “Dios, Patria y Libertad”. Lo que nunca cambiará serían los deseos de volver al verme alejada de mi tierra, lo que no cambia es el deseo de quedarme al ver que tengo que irme de este mi hogar. Lo que no cambia es la rabia irresistible que siento al ver como un grupo de traidores se encargan de arruinar los fundamentos de esta mi Patria movidos por el consumo, por el egoísmo y por los intereses económicos.
Lo que no cambia es el amor por mi Dios, por mi Gran Dios, que siempre me acompaña, que nunca me abandona y que me apoyará para hacer el cambio.
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