Esta
sensación es tan real y evidente, veraz, certera como que el Sol sale por las
mañanas, que las flores se levantan con el rocío, que las nubes lloran cuando
el cielo se pone gris, que las estrellas se ocultan ante las luces de la
ciudad, que la vida es como es y no como debería, tan cierto como que el Amor
es Dios mismo.
Este
momento es la mitad de mis años, el centro de mi respiración, la fuente de mis
labios, el presente que jamás he vivido, más importante que silencio como para
interrumpirlo, porque aunque calladas las palabras es mucho lo que nos hemos
dicho con la mirada, ha sido como encender un radio en mi interior que me
repite tantas cosas y afirma otras.
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