El mago dice que no es un consejero; dice
que sus conjuros son vivencias; no hace trucos, crea con su experiencia.
Se ha montado en trenes y autobuses
viendo como los “mortales” andan perdidos queriendo hacer malabares con sus
sueños. No hay habrakadabras para los
propósitos, “la fuerza está en los pies
amigos”, piensa el mago todas las noches antes de dormir.
Entra en su habitación de maravillas y en
realidad, no hay nada oculto. No hay imposibles en una simple conversación
consigo mismo y con el Padre que lo ha creado. Los mejores actos de magia y las
peores batallas han sido libradas en este espacio que tan solo a él le
pertenece y cuyo invitado especial es incondicional.
El mago es un artista de su propio
destino, esa ha sido su misión, encontrar toda la magia que existe en la
humanidad y de hecho ha sido su mayor fuente de inspiración saber que siempre
que así se lo proponga el conejo saldrá brincando de su sombrero.
Pensándolo bien, el mago es un maestro de
sus ideas, no para de aprender de ellas y confía en ellas; mira cuanta
hermosura vienen de sus movimientos y misterios.
Un poco de esto, un poco de aquello, una
pizca de aquí, un puñado de esto de más allá…y listo. La magia, el aprendizaje,
hacer con lo que se tiene a mano, buscar, ver, observar, ser, pensar…se tiene
de todo un poco y de a poco… un todo.
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